Volveré y seré los chicos No serán los únicos, pero volverán a ser privilegiados. La voz quebrada de la abanderada de los humildes se escuchó una y otra vez. Hablaba con la convicción de la victoria.
(Foto: Pablo Micheli)Agencia Pelota de Trapo*
La marea militante inundó las calles con su naciente principal en Parque Rivadavia, confluyendo al océano de la Plaza de Mayo. Enormes olas de los que seguramente fueron parte de la juventud maravillosa de hace más de 30 años, junto con las olas más pequeñas de esta niñez maravillosa. Niñas y niños que están luchando para otra vez tener niñez. Poder jugar reír, cantar, pensar, estudiar, caminar, dormir, sin que el hambre sea la pesadilla del cuerpo.
El Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo fue el espacio que contuvo una caravana libertaria de más de 40 cuadras. La CTA, las Madres de la Línea Fundadora, el Movimiento Territorial de Liberación, el Frente Popular Darío Santillán, el Movimiento Barrios de Pie, distintas congregaciones religiosas y cantidad de organizaciones combativas del campo popular. Compañeros de casi todas las provincias agitaron sus banderas y solo frente a los sostenidos aplausos las plegaron para que todos pero todos, todos, pudieran ver y escuchar el rugido de la tierra. Dejaron de ser condenados, para ser los fiscales y verdugos del orden capitalista burgués que mata con crueldad o con dulzura, pero sigue matando sin dudar.
Alegría, mucha alegría, quizá cierta sorpresa, entusiasmo, fervor, pasión, la absoluta convicción y la profunda sabiduría, que nace de la lucha, cuando hay que enfrentar todos los días, todas las horas, a una represión que no es palabra sino un acto de barbarie cotidiana. Hemos presenciado y participado de un acontecimiento político y cultural.
Quedará en la memoria colectiva como el 17 de octubre, el cordobazo, la lucha piquetera, el 19 y 20 de diciembre, las fábricas recuperadas y las asambleas populares. La multitudinaria caravana de la dignidad albergó a más de 50.000 compañeros, pero que se multiplicaron por 3 y por 4 y por 6, porque cada uno de los caminantes hizo camino al marchar. El camino renovado de aquello que nunca debió ser olvidado. Ni delegado. Ni representado. Ni tolerado.
Porque escuchamos la voz de los que vuelven a tener voz para gritar que no hay más tiempo de espera, que el futuro es hoy y que no hay otro tiempo para la lucha que no sea el día a día. Queremos que el presente nos pertenezca, porque si regalamos el presente a las diferentes variaciones del gerenciamiento de la vida, el futuro será cada vez más ajeno. Por eso la caravana de los 50.000 fueron artesanos, albañiles, artistas, trabajadores de todas las actividades, niñas y niños, jóvenes, adultos y aquellos de mayor experiencia en las luchas, que algún demente llamó alguna vez clase pasiva. Todas y todos fueron activos, portavoces del mundo que queremos, no solamente porque sea posible, sino porque es absolutamente necesario.
Con las palabras de Pablo Micheli, Secretario Adjunto de la CTA: “la respuesta de la clase trabajadora es nuestro compromiso de clase: no vamos a dejar de abrazar a nuestros pibes nunca más, no solo proclamar sino tomar las calles porque no vamos a parar hasta que se termine con el hambre en la Argentina”. Este nunca más no es solamente a las dictaduras genocidas. Este nunca más es a todas las formas de sufrimiento, de castigo, de tortura, de miseria, de pesares y de dolores, es un nunca más a las políticas que privilegian las bolsas a la vida. El Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo no es vanguardia, pero algo hay de esclarecida. Solamente por haber escuchado a las más pequeñas voces, atendido a las más pequeñas quejas, por haberse dejado conmover por los más pequeños dolores. Es decir, por las voces, las quejas, los dolores de los más pequeños. De los que cuando nos miran, solamente piden que también los miremos. Y luchemos por ellos. Serán los que con prisa y sin pausa levantarán las banderas de todas las victorias.
* Agencia Pelota de Trapo (APE), Agencia de Noticias del Movimiento Nacional Los Chicos del Pueblo